PRÓLOGO: LA HUELVA ROBADA
Es ésta mi primera incursión en la redacción de un blog donde dar rienda suelta a aquellos temas que me despiertan la atención y el interés necesario como para intentar plasmar bien mi opinión, bien mi experiencia, o simplemente mostrar y compartir con quien así lo desee, lo vivido y aprendido.
Mi primera mirada a la hora de elegir el bautismo de este blog, recae en la ciudad de Huelva. Los sentimientos que ella me despierta, y que debo a los años vividos y a mis visitas frecuentes, a las personas que allí conocí y a las que convertí en familia, y los lugares que, entonces y ahora, me siguen cautivando, desde su humildad, en algunos casos, y desde la magnificencia en otros, son motivo suficiente para comenzar este blog con Huelva, aunque mi primera mirada, y que voy a resaltar en los siguientes capítulos, sólo refleje el triste semblante de la impotencia y la indignación.
Hoy nace este blog, que viene a unirse a otros que he podido descubrir en internet, acerca de esta ciudad tan amada por algunos como denostada por otros, y que pretende unirse a toda iniciativa por reivincar el papel que por justicia e historia, debe pertenecer a una ciudad que desde 1.833, cuado fue elegida capital de la recién creada Provincia de Huelva, no ha dejado de ser cuestionada dentro de sus propios límites provinciales. Una desunión y una falta de identificación de una provincia con su capital, que es quizás la base donde se asienta el vergorzante abandono tanto de la capital como del conjunto de la provincia, por parte de las administraciones públicas.
Quiero mostrar mi visión de esta ciudad desde el punto de vista de alguien sin antecedentes, sin orígenes en ella enraizados, sin padres o abuelos en ella criados, a los que escuchar historias o leyendas. Es la visión de un neonato en una ciudad a la que acabó amando de tal manera que no concibe su vida sin ella.
Cuando llegué a vivir a Huelva, allá por el año 1983, yo era aún un niño que entraba en la adolescencia, y que apenas había salido de su pueblo de residencia, Aracena.
Sin ningún tipo de pretensión (simplemente no existía aún en mi vida tal concepto) llegué a una ciudad desconocida y de la que no tenía referencias previas, porque, lamentablemente, y muy a pesar de ser la capital de la provincia, Huelva no es objeto de afecto en gran parte del territorio que encabeza administrativamente, como ya he comentado, por lo que lo normal era que nunca antes hubiera salido a relucir en conversación alguna, o de haberlo hecho, os aseguro que nunca fue para recibir elogios. Este mal lo seguimos arrastrando aún a día de hoy, y quizás explique el devenir durante muchos años de una ciudad tan maltratada, por propios y extraños.
Así pues, comencé a vivir en una ciudad en la que sus propios habitantes no hablaban de ella, el pasado parecía no existir, los recuerdos tampoco. Lo que teníamos era lo que había, como si acabara de generarse espontáneamente.
La cálida acogida que recibí junto con mi familia, hizo que el afecto por Huelva, llegara pronto y no parase de crecer. Me recuerdo escribiendo coplillas de carnaval sobre ella, a la edad de 15 años, y el tiempo que viví continuadamente en ella hasta que tuve que marchar a seguir mis estudios fuera, me sirvieron para irme identificando con la ciudad de manera pasional, aun sin conocer apenas su historia.
Por supuesto, llamaba mucho mi atención y causaba gran pesar, comprobar la falta de edificios antiguos, de construcciones de envergadura, y en general de la monumentalidad que alguien adjudicaría, casi por defecto, a toda capital de provincia, como pasa en la práctica totalidad del territorio español. Pero nadie me explicó cuáles fueron los motivos de tales carencias, y en todo caso, si algo salía a la luz en este asunto, había una tendencia a identificar el patrimonio perdido con los daños causados por el terremoto de Lisboa de 1755, que si afectó gravemente a la ciudad, no fue en absoluto el responsable de la pérdida de todo cuando se construyó más tarde y que fue aún más digno que lo preexistente.
Pero ante el desconocimiento de la historia de mi ciudad, yo me dedicaba a esgrimir ése, el desolador terremoto lisboeta, como único argumento ante los ataques que pudieran venir de aquéllos que buscaban la confrontación en el insulto fácil.
Han tenido que pasar años, para ir conociendo las verdades sobre mi querida ciudad. Sólo sabiendo de dónde veníamos, y qué pasó en el curso de los años, es como podemos comprender el contexto actual que nos rodea.
A día de hoy muchos de sus habitantes siguen desconociendo por completo qué ha sido Huelva al menos en el último siglo, y qué nos ha llevado a tener hoy la ciudad que podemos ver.
"Huelva Descubridora. Descúbrela" ... un buen eslógan a efectos turísticos, pero la realidad es que los primeros que tienen que descubrir Huelva son sus propios habitantes, y para entender la Huelva de hoy, tenemos que ver lo que esta ciudad se fue dejando en el camino, principalmente en las tres décadas que se sucedieron entre los años 60 a los 90, años en los que la nefasta política urbanística de los gestores de la ciudad, la falta absoluta de escrúpulos por parte de los mismos, el nulo respeto por el legado recibido, acabaron por asolar gran parte de la belleza y la idiosincrasia de antaño, para dejar como herencia en manos de sus nuevos habitantes, un conjunto de barrios inconexos, un centro histórico demolido y sustituido por nuevas edificaciones sin ninguna estética ni valor arquitectónico, y lo peor, una ciudad con el alma extirpada y enterrada entre hormigón. Lejos de ubicar las nuevas edificaciones en las numerosas y amplias parcelas de terreno que se extendían fuera de los barrios cargados de tipismo e historia, los impersonales y nuevos bloques de viviendas proliferaron como una mala plaga en el mismo corazón de la ciudad, alzándose sobre los escombros de aquella ciudad burguesa y portuaria, encantadora, coqueta y recoleta, levantada en el último cuarto del siglo XIX y primer tercio del XX, sobre las ruinas del terremoto de Lisboa, y que ahora sucumbía bajo el efecto de la piqueta.
Esa es mi primera intención al comenzar a escribir, comenzar por conocer lo perdido, para entender el presente.
Comenzar por el asombro, la incredulidad, la indignación, la impotencia que me fueron causando los descubrimientos acerca del patrimonio que esta ciudad perdió, por propia decisión o por propia indiferencia, para acabar resignado ante algo que ya, sin remedio, ha quedado reducido al recuerdo plasmado en antiguas fotografías.
La leyenda del terromoto de Lisboa explotó en mil pedazos, para acabar achacando a causas muchos menos imprevisibles y catastróficas, la triste realidad del expolio arquitectónico y patrimonial de la ciudad.
Comencemos pues, a conocer, algo, que ya no es nuevo, pues internet y las redes sociales han permitido una extensa difusión de imágenes y contenidos, pero que quiero, esta vez, mostraros esta historia a través de mis ojos y según lo siente mi corazón.
Así pues, vuelen conmigo al pasado más o menos reciente. Vamos a retrotraernos a la Huleva de los años 50 del pasado siglo.
Y vamos a comenzar sobrevolando el corazón mismo de la ciudad. Veamos esta fotografía de la zona la Plaza de las Monjas y su entorno, antes de que comenzara el asolador ruido de las piquetas y las excavadoras. Seguramente la foto pueda datarse en los años 50 como he comentado. Su único parecido con lo que podemos encontrar en actualidad es el espacio reservado a la plaza. Todo lo demás, a excepción de los edificios 6 y 7 marcados en la fotogafía, ha desaparecido.
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Imagen del centro de Huelva. Posiblemente en la década de 1950, Plaza de las Monjas y alrededores. Fuente: Internet. Autor: desconocido. |
Aquí vemos otra perspectiva del centro de la ciudad, pero dado que prácticamente todo el casco antiguo, casi sin excepción, fue demolido, no acierto a saber con exactitud qué zona es la mostrada, si bien por la posición de los tinglados del muelle pudiera tratarse del espacio comprendido entre la calle Rábida y la Avda de Italia.
¿Cómo se pudo alentar, consentir, planificar y llevar a cabo este inmenso expolio patrimonial?. Es una pregunta sin respuesta que una mente en su sano juicio pueda comprender. Una vergüenza callada, de la que nadie habla en esta ciudad con el ánimo de desenmascarar a los responsables, y que achaca, de manera indolente y resignada, a aquéllo del necesitado e imparable...progreso. Como si se pudiera llamar progreso a la demolición de la historia de una ciudad, que quedó huérfana de legado.
Al mismo ritmo que se iba acrecentando mi afecto por la ciudad, se acumulaban en mi haber los insultos que le llovían desde casi todos lados. Huelva había sido bautizada por propios y extraños, por cercanos y lejanos, como una ciudad manifiestamente FEA, carente por completo de atractivo y reducida a la concatenación de edificios sin el menor gusto, entre los que ni siquiera resaltaban las pocas muestras que quedaron en pie de la Huelva elegante de comienzos de 1900. Una imagen repetida hasta la saciedad contra la que cualquier defensa parecía inútil.
En esos años, yo, como la inmensa mayoría de los mi edad, y buena parte del resto de una población llegada a Huelva mayoritariamente en la década de los 70 en búsqueda de un puesto de trabajo en el Polo Químico, desconocíamos por completo que hubiera habido siquiera una ciudad anterior...parecía que Huelva había surgido de la nada en pocos años. No había siquiera fotos de la ciudad antigua de fácil disposición. Ni entonces, ni ahora, llegó a existir siquiera un museo de la Ciudad donde conocer qué fue de la misma en los siglos anteriores, ni siquiera una sencilla colección de fotos o postales antiguas que nos abriera los ojos al universo perdido. Nada de lo que presumir, nada que sirviera para plantar cara a tanto insulto y desconsideración. En estos últimos años, gracias ya a las redes sociales, y a la difusión vía internet, hemos empezado a conocer, al menos gráficamente, qué hubo antes allá donde ahora se levantan por doquier los simples e impersonales edificios de viviendas comentados.
Esta es mi primera publicación en mi blog, y quiero que sea un vistazo a esa Huelva que nos robaron, un modo de expresar el dolor que me causa la contemplación de estas imágenes, y una manera de recrear en mi imaginación cuán distinta sería la idiosincrasia actual de ésta que considero por elección personal mi ciudad, si se le hubiera permitido conservar el legado de sus ancestros.
No quiero transmitir pesar con ello. Cierto es que Huelva no es un caso aislado y que la especulación urbanística ha causado pérdidas irreparables en muchas ciudades de nuestro país. Pero toca hablar de Huelva, de la Huelva que nos robaron en un momento en el que la defensa del patrimonio, ni existía, ni formaba parte de los valores de quién estuvo al frente de esta ciudad deciendo sobre el devenir de la misma.
Bienvenidos.
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