martes, 26 de enero de 2016

LA HUELVA DESTRUIDA III: EL CONVENTO DE SAN FRANCISO

EL PATRIMONIO RELIGIOSO DESTROZADO


Ya he comentado en la entrada anterior, correspondiente a la calle Puerto, la demolición del que fue Convento de los Mínimos de la Victoria, fundado en 1582.

Pasemos ahora a conocer otra herida mortal en relación al demolido patrimonio religioso de Huelva, en este caso, el convento de San Francisco, echado abajo con verdadera inquina, bajo mi punto de vista, en el año 1964.

Para los que como yo, y que ya he comentado, no nacimos ni vivimos la niñez en la ciudad Huelva, nos resultaba extraño, al contemplar por vez primera a la Virgen de la Esperanza, una de las mayores devociones de la ciudad, o al oir hablar de la hermandad de la que es titular, su denominación como la Hdad de San Francisco. Yo conocí a esta cofradia ya alojada en su propia capilla, en una calle del centro, junto a la plaza Niña (formalmente plaza Isabel la Católica), y por ningún lado hallaba referencia a esa identificación que tanto define una cofradía con el barrio donde se asienta. ¿Qué era pues San Francisco?. En ese momento, aún no sabía que la pregunta correcta no era esa, habia que cambiar el tiempo verbal: ¿qué fue San Francisco?. Con la respuesta caía otro jarra de agua fría, se arrancaba de cuajo otro capítulo que ocupó siglos en la historia de la ciudad, y nos dejaba sin un templo varias veces centenario, en una Huelva que contaba con escasísimas muestras de edificios religiosos.

San Francisco fue el convento de la orden franciscana, levantado en lo que hoy es el lateral del Ayuntamiento, en el año 1588. Toda la información, muy completa sobre el mismo la podéis encontrar en el apartado de "Más información- Los Franciscanos en Huelva"  página personal de Manuel Jesús Carrasco Terriza). Merece la pena leerla detenidamente, asi que solo, y a fin de ilustrar las fotografías que he podido encontrar, daré algunas pinceladas, extraídas de esa fuente bibilográfica.

Ante todo, tenemos que destacar, para situarnos adecuadamente en el contexto, que hablamos de una época en la que Huelva era tan sólo un pueblo más del ducado de Medina Sidonia, reduciendo el zoom, villa del condado de Niebla, y su población en esos años en torno a 1588 no llegaba a 5.000 habitantes. En la villa ya existían las iglesias de San Pedro, y de la Concepción, el convento de las Agustinas y el de los Mínimos de la Victoria. Y a ellos viene a sumarse el de la Orden Franciscana.

Se trató de una edificación externamente bastante sencilla, fiel al espíritu franciscano. La iglesia sería de una sola nave con capillas laterales y cubierta de madera al estilo mudéjar, destacando por su riqueza el artesonado del presbiterio. Lo vemos en la siguiente fotografía:

Convento de San Francisco a comienzos del siglo XX
En la fotografía lo podemos ver en el centro de la imagen. Debe estar tomada desde el Cabezo de la Esperanza, pues el lateral que se ve sería el situado en la calle Palos, apreciándose una entrada lateral al recintom mientras que la fachada principal quedaría en el lado derecho, en la que hoy se conoce como calle Arcipreste González García, siendo precisamente el siguiente tramo de esta calle, una vez cruzada la Gran Vía, el denominado como "San Francisco".  En esos años, no existía aún en el entramado urbano la Gran Vía, ni se habia edificado el nuevo Ayuntamiento.

La portada de la Iglesia era de traza sencilla, situada a un  nivel inferior al de la calzada y flanqueda por dos muros que la constreñían considerablemente.




 

El convento se sufragó en parte gracias al patronazgo, es decir, la construcción de sus capillas a cambio del derecho de entierro en ellas. Y la primera en edificarse fue la capilla mayor, que se concedió a Miguel Redondo, personaje de la villa que habia hecho fortuna en las Indias, y que por aquel entonces residía en Perú. Su nombre lo ostenta ahora la calle donde la mencionada Hdad de San Francisco recibe, entre una multitud congregada en la misma, las mayores muestras de fervor de todo su recorrido procesional. Muere en el viaje de vuelta a España. Su viuda se vuelve a casar e incumple el compromiso de patronato, y éste pasará al capitán, alférez mayor y vicealmirante, Andrés de Vega y Garrocho, otro personaje ilustre de la villa, que será el encargado costear el retablo del altar mayor y la reja que lo separe del resto de la nave. Curiosamente los religiosos le exigirán que en dicha capilla mayor deben descansar los restos de Miguel Redondo.


El mismo será encargado nada menos que a Juan Martinez Montañés, quien ejecutaria la traza y las esculturas, mientars que de las pinturas de encargaría Francisco Pacheco. Sobre este retablo, conocemos su estructura (dos cuerpos y tres calles) y las obras que lo componían: en la calle central se situaba el relieve de la Purifación de Montañés, y en las laterales 2 pinturas a cada lado de Pacheco (El Martirio de San Andrés, La Visitación, Taller de Nazarte y el Nacimiento de Cristo. Por último, ya en el banco que flanqueaba el Sagrario, se encontraban los retratos de la familia de los patronos, los Garrocho.Este retablo termina siendo reemplazado en 1781 por otro de Joaquín Cano, dado el deterioro que presentaba por efectos de la carcoma. Anteriormente, el terremoto de Lisboa de 1755 y otro posterior de 1773 dejaron gravemente dañado el edificio.


El relieve se salva en esta sustituciòn y se traslada formando parte de otro retablo al lado de la epístola de la capilla mayor. De este este retablo sí conservamos documento gráfico, y lo podemos admirar a continuación:




Copio literalmente la descripción de esta bellísima obra de arte tal y como aparece en la web de Manuel Jesús Carrasco:


"La escena de la Presentación de Jesús y Purificación de María se distribuye en cerrado círculo, en torno al Niño Jesús, sostenido por el anciano Simeón sobre la mesa ritual. Figura infantil de olímpica serenidad y majestad divina, muestra su bellísimo desnudo en genial y equilibrado escorzo, que se convertirá en prototipo de las obras montañesinas. El sacerdote, cuyas luengas barbas, talladas con precisión realista y sentido decorativo, significan su ancianidad, aparece ataviado con los ornamentos mosaicos. Seis personajes más rodean al Niño, en suelta y compensada distribución de volúmenes, en actitudes reposadas y serenas, llenas de natural elegancia.


A la izquierda se sitúa la Virgen Madre, con expresión admirativa y gozosa, luciendo amplia túnica color jacinto, manto azul con vueltas alistadas, y velo que, parcialmente caído, deja ver el cabello castaño tallado en ondas. Junto a ella, ocupa su lugar San José, con ropa de caminante. El perfil clásico de su rostro, apuesto y juvenil, revela la grandeza de alma de quien ha aceptado una misión divina de custodio y protector del Verbo encarnado y de su Madre. Tras él, un joven porta el cirio que hace referencia a las palabras de Simeón: «luz para alumbrar a las naciones». En el lado opuesto, una doncella con túnica de abigarrados pliegues es la portadora de la ofrenda de las palomas. De pie, con empaque de matrona, la profetisa Ana, acompañada de otra figura femenina, presencia el cumplimiento de las promesas mesiánica. Directamente heredero de la tradición manierista, la circular composición cristocéntrica resulta a su vez antecedente inmediato del retablo principal de San Isidoro del Campo.


Montañés da una lección de ponderado realismo en la observación y descripción del natural, tanto en la calidad y táctil materialidad de tejidos, como en la tersura de la piel tostada, en los suaves relieves de músculos, de venas y tendones de palpitante vitalidad. Pero al mismo tiempo se eleva a la belleza ideal en las facciones de los rostros y en la singular armonía de las ondas de cabello y barbas. Y, por encima de todo, resplandece la sobria expresión de lo sagrado, a la que sirve de vehículo la escultura, y que convierte a Montañés en el mejor exponente de la renovación artística promovida por Trento."

Fijaos en su importancia, que formó parte del inventario de la Exposición Iberoamericana de 1927 en Sevilla.
Este retablo se ha considerado como el prólogo de la obra de plenitud de Montañés, el retablo del monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce, realizado por encargo de los marqueses de Ayamonte, y que mostramos a continuación, pues en el caso de este monasterio, sí ha llegado a nuestros días tal y como fue magistralmente ejecutado:


Teniendo este retablo de San Isidoro, dos cuerpos y tres calles, y banco flanqueando el sagrario, es decir, la misma estructura que el de San Francisco de Huelva, nos podemos hacer una acertada idea de cómo fue éste último, imaginando en las calles laterales los cuatro lienzos de Pacheco. 

La desamortización de Mendizábal de 1835, fue nuevamente, con la expulsión de los religiosos y la incautación de los bienes del monasterio, el comienzo del declive hasta el final que le llevaría a su desaparición.

En 1840 el convento se convierte en cárcel, respetando tan sólo la iglesia en la reforma acometida.

Es ya en 1893 cuando se funda en esta iglesia la Hermanda de la Esperanza, y de ahí su sobrenombre de "Hermandad de San Francisco". Incluso desde 1900 a 1919 la Hermandad del Rocío de Huelva estuvo eregida canónicamente en esta iglesia.
 
Titulares de la Hermandad de la Esperanza en la capilla destinada a su culto en la Iglesia de San Franciso.



En 1906, la implantación de la Escuela Siurot en el edificio, acaba por transformar completamente su fábrica, y ni siquiera se respetó la iglesia, ya que se eliminan las cuatro capillas laterales, se hace avanzar el coro, y se desplaza el altar mayor hacia adelante.

Y por último, en 1934 el antaño convento pasa a ser correccional de mujeres, al trasladarse los presos a la nueva cárcel, de bella factura, que todos conocemos en Isla Chica, y que en estos momentos se encuentra, como bien se puede esperar en Huelva, en estado de ruina ante la pasividad de las corporaciones municipales y resto de administraciones públicas.

Pero la guerra civil y la barbarie del Frente Popular los responsable de la eliminación por saqueo e incendio, de todo el patrimonio religioso de los templos onubenses, y es aquí cuando esos bárbaros llevados por el odio irracional del comunismo, destrozan la iglesia y se pierde para siempre el altar mayor, el retablo de Montañés, y se dañan irreversiblemente el resto obras de arte que permanecían. En este caso no fue la piqueta la responsable de tales pérdidas sino el odio irracional y la barbarie del sectarismo.

Finalizada la guerra Civil, en un 26 de marzo de 1943 es la Hermandad de Caballeros Mutilados y Excombatientes,  la que se funda en esta iglesia. En la siguiente fotografía podemos observar el altar de cultos de dicha cofradía en el altar mayor de la iglesia, que no puedo asegurar que fuera el comentado de Joaquín Cano, del año 1781, tras las incautaciones de la desamortización de 1835.







Si avanzamos un poco más, como vemos en la siguiente fotografía (fecha sin datar), ya aparece construido el nuevo ayuntamiento, ya se ha abierto la Gran Vía,y respecto al convento, observamos la capilla del mismo, iglesia de San Francisco, insertada entre la trasera del Ayuntamiento y lo que se evidencia ya como las reformas comentadas en la edificación en el lateral que da a la calle Palos.

Vista de la Iglesia de San Francisco a comienzos de los años 60





Ya en el año 1959 se comienza a rumorear sobre el inmediato derrumbe de la iglesia, de manera que la Hermandad de Mutilados se traslada a la recién construida parroquia de San Sebastián en 1960, mientras que no será hasta 1963 que abandone su templo fundacional la Hermandad de la Esperanza, quedando cerrada la iglesia al culto y en septiembre de 1964 la iglesia y la escuela quedarán definitivamente demolidas.



Y ahora veamos qué nos legaron los cirujanos del urbanismo de mi querida ciudad, después de experimentar con ella en los años 60 y dejarla tal y como la hemos recibido hoy en día. Lo vemos en las siguientes fotografías. Donde se encontraba la portada encontramos ahora una fachada plana a modo de lápida con un arco de acceso en la parte inferior, y una cruz colgada de la misma, con la que se ha tapiado por completo la fachada anterior. Es decir, encontramos otra iglesia, o la misma, después de someterla a una desafortunada operación de estética, que no sólo afecta al exterior, sino a todo su interior:


calle Arcipreste González García. Fuente: google earth

Vista tridimensional de la zona. Fuente: google earth.

Comprobamos que nada ha quedado, salvo que el solar es ocupado por una nueva iglesia de estilo incalificable, y que en en Huelva se conoce como la de los Jesuitas.

Uno quizás llega a entender que el convento fuera demolido en su conjunto como necesidad de más terreno para la construcción del actual Ayuntamiento de Huelva., que no fue el caso. Lo que cuesta entender es que la capilla fuera demolida en su conjunto, para levantar en su lugar otra capilla dedicada al culto. La nueva iglesia y sus modernas formas tras el Concilio Vaticano II. Es esta abominación arquitectónica convertida en lugar de culto la que debería ser demolida por trámite de urgencia. Desgraciadamente pervivirá para mal de nuestros ojos cada vez que pasemos por la calle donde se ubica y recordemos trisetemente dónde asienta su existencia.

viernes, 22 de enero de 2016

LA HUELVA DESTRUIDA II: FRENTE A LA CONSERVACIÓN, LA DESTRUCCIÓN. CALLE PUERTO.

EL CONTEXTO


En Huelva ha dominado la corriente de ese tipo de arquitectos que parecen abominar de las reconstrucciones, convencidos en su personalisima vanidad, de que su nueva aportación (que en Huelva casi en su totalidad carece de valor o entidad alguna) contribuirá más positivamente a los tiempos que corren, mientras que reconstruir no deja de ser poner en valor la obra de otros. Seguramente es la mejor manera de ocultar la carencia del talento y la capacidad suficiente para crear la belleza que otros antepasados, mucho más avezados, sí supieron dejar manifiesta. Si tal modo de actuar a la hora de elegir entre restaurar un inmueble de valor, o destruirlo para reemplazarlo por algo más "acorde" con el nuevo creador, se llevara a cabo con esta facilidad para decantarse por la destrucción, tan típica en Huelva, en otros lugares del mundo sería imposible reconstruir verdaderas maravillas, que hoy en día se presentan semejantes a lo que fueron sus originales.


Mirad este ejemplo, que pude comprobar por mí mismo hace unos años en la deslumbrante ciudad de San Petersburgo. Son varios los palacios de verano que la rodean, todos ellos incendiados y destruidos por los nazis en el cerco de Leningrado (como entonces se llamaba) durante la segunda guerra mundial. Los visitantes del Palacio de Peterhoff pueden contemplar, en los jardines delanterios del palacio, fotografías del estado en que quedó el mismo tras los bombardeos nazis, como podéis ver a continuación: y el resultado de la magnífica reconstrucción que se puede admirar hoy en día. Nada es imposible cuando existe la voluntad de devolver a una ciudad el patrimonio perdido:



Estado en que quedó el Palacio de Peterhoff tras los bombardeos nazis de la II Guerra Mundial










































Mientras aquí, en Huelva, nos echamos a temblar al contemplar, por ejemplo, las propuestas que algunos, que se llaman arquitectos, han hecho para reinterpretar (que no reconstruir) y recuperar, por ejemplo, el desaparecido tramo de tierra del Muelle cargadero de mineral de la Riotinto Company, unos de los símbolos de la ciudad más queridos, y considerada una de las mejores obras de ingeniería civil en España. El muelle fue desmantelado parcialmente en la década de los 70 para posibilitar el tránsito de vehículos pesados hacia el polo químico. Su aspecto original en la zona en la que quedó desmantelado es el siguiente:








Reponer los tramos de estructura metálica que en su día fueron cortados o desmontados sería lo que cualquier mente lógica y respetuosa llevaría a cabo. Pero en Huelva, la fantasía puede volar hasta proponer como alterntaiva esta especie de cubierta de cintra transportadora de paque de carbón de central térmica, que fue lo que a la sazón salió en prensa a raiz de la propuesta de reponer el tramo amputado al muelle cargadero:


Propuesta de "reconstrucción" del tramo eliminado en la década de los 70.






Vemos pues que en Huelva nos enfrentamos a un enermigo fuerte, que tiene de su lado a las administraciones públicas, que son las que convocan, seleccionan y adjudican según criterios que nadie con dos dedos de frente comprende.
 

LA DESTRUCCIÓN DE LA CALLE PUERTO


Pero vamos a ir dando paso a las tremendas pérdidas arquitectónicas que hemos tenido en Huelva. Por supuesto, este fue un mal común a muchas otras ciudades con la llegada del mal entendido desarrollismo de los años 60, pero no olvidemos que Huelva carecía de grandes monumentos de referencia, que sí estaban presentes en otras ciudades que, aunque maltratadas urbanísticamente, nunca perdieron lo básico ni lo importante de su personalidad, nunca las privaron por completo de su impronta. El encanto de Huelva radicaba en el conjunto de sus calles típicas, a medio camino entre pueblo y pequeña capital de provincias, donde se mezclaban en equilibrio casas sencillas y encaladas, con palacetes modernistas, o casonas nobiliarias del siglo XVIII. Romper esa trama, abrir en canal el casco antiguo arrasando con calles enteras, fue un verdadero atentado urbanístico, realizado sin oposición ciudadana, y en ello radica mi doble indignación, un desalmado brazo ejecutor y una nula resistencia de la población, que se mostró complaciente sino indiferente, con semejante escarnio, algo que ni siquiera se han atrevido a explicar más tarde a las generaciones que llegaron luego, entre las que me encuentro.


Una de esas calles hechas desaparecer casi por completo, fue la que se consideraba la arteria más aristocrática de la ciudad: la calle Puerto, si bien tuvo muchos nombres distntos a tenor del periódico histórico que se sucediera. La emblemática calle Puerto fue primero el camino hacia el puerto de la ciudad , y comunicaba la zona baja de la población con la zona alta, donde se encontraba el castillo de los Condes de Medina Sidonia y la Iglesia de San Pedro. A partir del siglo XIX se convertiría en la arteria más importante de la vida pública de la ciudad con el traslado del Ayuntamiento de Huelva.


Echemos un vistazo a cómo lucía en aquellos primeras décadas de 1900. ¿Quién no dudaría al ver estas fotografías sobre si estamos en ... un barrio parisino?:














































































































Fue ésta una de las calles donde más edificios señoriales se congregaban, pero sólo tres de ellos han llegado a nuestros días. Luego los veremos. Entre los arrancados a la ciudad a golpe de piqueta se encuentraban, sin distinción, edificios civiles como el antiguo Ayuntamiento, el antiguo Palacio de la Diputación contiguo al citado Ayuntamiento, o remontádonos a sus orígenes del siglo XVI, la Casa del Diezmo, amén de casas nobiliarias como el Palacio de los Trianes y el Palacio de los Quinteros, por nombrar dos de las más importantes casonas de familias de renombre, y hasta edificios religiosos, como el Convento del Santo Angel de la Victoria de la Orden de Los Mínimos.


Conseguir documentación gráfica de los mencionados edificios no es tarea fácil, y requeriría de medios de los que ahora no dispongo, así que me tengo que limitar a identificar los más conocidos y divulgados:


El antiguo Ayuntamiento:





 





Un edificio que a mi modo de ver era una auténtica joya, el Palacio de la Diputación:







Y la casa solariega de Los Trianes:



Profundicemos un poco más en esta familia y en su ligazón con Huelva. Los Trianes fueron una familia de comerciantes oriunda de Ayamonte que se establecen en Huelva en 1760 con el objeto de afianzar sus relaciones comerciales con Cádiz a través del puerto onubense. Pocos años después llegan a ostentar el título de alcaides del Castillo de Huelva, título concedido por los Duques de Medina Sidonia, señores de la ciudad de Huelva, así como de toda la Baja Andalucía. Sí, Huelva también tuvo Castillo, cosa que hoy en día resulta increible para gran parte de sus habitantes e que incluso algún gracioso y desinformado llega a poner tal hecho en duda. Pero de ello hablaremos en otro momento.



Cierto es que la casa en sí misma carecía en su fachada de elementos decorativos de realce, más allá de las pilastras que enmarcaban la puerta de acceso. Pero no dejaba de responder al modelo de casa solariega de familias adineradas de la época, destacando el patio porticado. No disponer de más material gráfico nos hace desconocer los detalles de la misma, pero en cualquier caso, de seguir existiendo a día de hoy sería un perfecto ejemplo de la arquitectura del sur de Andalucía en el siglo XVIII.



Edificio actual que reemplaza la casa Palacio de los Trianes. Fuente: Google Earth.
Esta casona fue, ya entrado el siglo pasado, cuartel de la Guardia Civil, hasta que sucumbió a la piqueta, supongo que en la década de los 60 o 70, al igual que el resto de la calle Puerto. En cualquier caso, y para los que no sois ni conocéis Huelva, os muestro el edificio que vino a reemplazarla, todo un alarde de gusto, belleza y talento, es lo que hemos heredado los actuales ciudadanos de esta villa.



La importancia de los Trianes en la historia de la ciudad se deja ver años más tarde, al ser los mecenas que encargan la construcción en 1791, en el Convento del Santo Ángel de la Victoria, situado frente a la casa palacio, de la Capilla del Sagrario, para servir de lugar de asentamiento y veneración de las imágenes de la Cofradía del Nazareno de Huelva (de las de más rancio abolengo y devoción hoy día en la ciudad), así como de panteón familiar. Será desde entonces cuando se ligue la historia de los Trianes a la de tan querida hermandad en Huelva, hecho que vuelve a constarse años más tarde, cuando el Convento de la Victoria queda afectado por la Desamortización de Mendizábal de 1835, viéndose obligada la hermandad a abandonar sus dependencias en el mismo y trasladarse a la vecina Iglesia de la Concepción, donde a inicitativa de los Trianes y sufragando esta familia los gastos, se construye una nueva capilla, donde hoy podemos admirar la portentosa figura del Señor de Huelva, y que aquí os dejo para disfrute de la belleza, esta vez, no sólo conservada, sino mejorada, sobre su imponente paso procesional que se cuenta entre los más hermosos de Andalucía:



Paso procesional de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Autor: J. Bandera.



Huella de este nuevo mecenazgo quedó patente en el arco de entrada a la capilla, que se aprecia en la foto anterior, y donde quedó inscrita la fecha en la que la Capilla fue construida y la mención al costeamiento por parte de la familia Trianes de tal hecho. Una vez más el poco respeto por la historia de Huelva, hace que en las últimas obras de rehabilitación de la Iglesia de la Concepción, que se prolongaron por 7 años, y en las que se alteró gran parte de la fisonomía anterior de la cinco veces centenaria Iglesia (y primera de España dedicada a la Inmaculada Concepción) se destruyó y no se repuso tal inscripción.




Recientemente, a fiales de noviembre de 2015, la Hermandad del Nazareno aprueba modificar la heráldica para introducir en el escudo el Blasón de los Trianes (en sustitución del escudo de armas de los Condes de Barbate), y así reconocer el patronazgo que ostentaron durante dos siglos sobre esta cofradía. Bienvenidos sean símbolos de esta naturaleza, que permitan no desprendernos de la historia de la ciudad. La modificación del escudo también recoge en la base inferior la incorporación del símbolo de la Orden de Los Mínimos "Charitas" que fue la que se estableció en el Convento de los Mínimos también demolido, y donde se fundó esta Cofradía, y del que hablaremos a continuación.




Y en relación a este escudo, citemos lo que recoge en su testamento Teresa de la Cruz de Trianes (1845), viuda de José María Trianes, donde declara,
 “que habiéndose suprimido los conventos trasladé al altar que pertenecía a los Trianes, mis hijos, a la Parroquia de la Concepción en donde conservan sus pertenencias, como lo demuestra su escudo de armas”.


Como ya he comentado, otro de los edificios desaparecidos en la calle Puerto, fue el Convento de los Mínimos de la Victoria. Se encontraba frente a la comentada casa de los Trianes, como podemos apreciar en esta fotografía, donde el comvento se corresponde con la marca "1" (se puede apreciar la espadaña del campanario) y la casa de los Trianes con el número "2" (se aprecia perfctamente el patio que antes he comentado):






A pesar de ser una villa pequeña y lejana en el contexto peninsular, lo cierto es que Huelva vive en el siglo XVI un periodo de apogeo, y muestra de ello son los edificios religiosos que se erigen en ese momento:
 
  • Iglesia de la Concepción (1516)
  • Convento de las Agustinas
  • Convento de San Francisco (otra demolición de la que nos ocuparemos más tarde)
  • Convento de los mínimos de La Victoria, que ahora nos ocupa.

A estos conventos se sumarían diversas ermitas, y ya en el siglo siguiente se construiría el convento de La Merced.


Los inicios de la entrada de la Orden de los Mínimos en España se remontan al año 1487, cuando el santo Fundador (San Francisco de Paula) se encuentra en Plessis-Les-Tours, Francia.


Fernando el Católico, después de haber vencido al rey Alfonso V de Portugal en su intento de apoderarse del Reino de Castilla, se dedica de lleno a la reconquista del reino de Granada. En 1487, había puesto cerco a Málaga, antigua ciudad del reino de Granada, con puerto en el Mediterráneo. Ante las dificultades de conseguir la victoria, Francisco de Paula, posiblemente por medio del Conde de Lucena, embajador de Fernando V en Tours, tiene conocimiento del hecho y envía dos religiosos para que adviertan al rey Fernando que continuase, pues conseguiría la victoria. Poco tiempo después Málaga sería conquistada.


En memoria de tal acontecimiento, el pueblo dio a los Mínimos el nombre de "Victorios" o "Frailes de la Victoria". Fernando el Católico, en señal de agradecimiento mandó edificar en la ciudad de Málaga un oratorio denominado " Santa María de la Victoria", prometiéndoles transformarlo en convento, cosa que aconteció el 22 de septiembre de 1492, dándoselo a los frailes y concediéndoles licencia para que pudiesen fundar en cualquier parte de su reino.

Es así como la Orden entra y comienza a extender por los reinos españoles. A estos efectos las tierras andaluzas se dividieron principalmente en dos provincias religiosas: Granada y la Bética o de Sevilla. .

En esta última quedaron enclavados numerosos conventos: en Sevilla, Arahal, Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, La Puebla, Aznalcazar, Morón, Conil, Almonte, Huelva, Medina Sidonia, Alcalá de los Gazules, Jimena, Utrera y Sanlúcar de Barrameda.

Y éste fue el origen de nuestro convento de La Victoria. Fue fundado por Don Alfonso Pérez de Guzmán, Duque de Median Sidonia, y su construcción se debió, a Martín Rodriguez de Castro, maestro mayor de obras de la Villa de Huelva, al que también debemos las iglesias del convento de la Merced y de San Francisco. La desamortización de Mendizábal de 1835, será el principio del fin, del edificio, que pasó a manos gubernamentales, tras la expulsión de la Orden monástica, quedando el convento convertido en viviendas particulares..


¿Cuándo acabó definitivamente demolido? lo desconozco. Hoy en día en el lugar que ocupó se encuentra otro edificio sin el menor gusto, otra desafortunada sustitución, el colegio del Santo Angel.


Los edificios del antiguo Ayuntamiento, y del Palacio de la Diputación deberieron ser derribados y destruidos en la década de los 60 ó 70, si bien no tengo constancia exacta de la fecha, pero el tipo de edificios que vinieron a construir sobre sus solares arrasados, son los típicos de esos años.


Comenzaron derribando, como no podía ser menos, el más hermoso de ellos, la antigua Diputación, como podemos apreciar en esta fotografía:




Mientras que el Antiguo Ayuntamiento sirvió para levantar sobre él, lo que vemos a continuación, un pasaje, y sobre él un "sobresaliente" a la vez que elegante e imponente edificio de viviendas.



Así fue como los gobernantes responsables permitieron una pérdida patrimonial de primera magnitud, contraria a la lógica y el sentido común, porque precisamente si algo nos hace racionales son esas cualidadesque debieran ser innatas y no la inclusión de eficios en un catálogo histórico artístico. Imperaron otros intereses más terrenales y se perdieron para siempre y sin posibilidad de reemplazo, las mencionadas obras de arte.


LO QUE SE PUDO SALVAR

Para terminar con la triste historia del destino de la calle Puerto, he comentado anteriormemnte que sólo tres edificios singulares consiguieron sobrevivir al derribo y a la especulación urbanística, alguno, incluso se salvó "in extremis" del ansiado destino que le tenían reservado los poderes fácticos que han gobernado Huelva a su antojo. Pasemos a verlos, pues aparecen en las fotografias antiguas en todo su esplendor, que ahora conservan como pueden con alguna polémica intervención:


  • Casa de Quintero Báez, conocida como Casa del Millón (1916)

Este soberbio palacete fue obra de los arquitectos Gonzalo Aguado y José María Pérez Carasa y data de 1916.

Actualmente la que fuera la vivienda del alcalde de Huelva por dos veces , en los periodos mayo de 1924 - enero 1928 y marzo de 1930 - abril de 1931, Don Juan Quintero Báez, es la sede del colegio de Arquitectos. Que siendo sede de la entidad mencionada se haya permitido levantar en la cubierta, y entre las dos torres del palacete, lo que podéis observar en la foto, y que a su vez, y sin saber a ciencia cierta el motivo de tal desatino (¿fallos estructurales?) se hayan hudido como flechas de muerte los tirantes metálicos presentes, dice mucho del respeto que en esta ciudad nuestra muestran los responsables en uno u otro ámbito administrativo por la conservación del patrimonio y el respeto al recuerdo de los grandes nombres de esta ciudad.


Quintero Báez fue nombrado Hijo Predilecto de Huelva. Además en 1925 se le concedió el título de Comendador de Isabel la Católica. En mayo de 1926 recibe la Medalla de Oro de la ciudad y en 1957 la Medalla del Trabajo. En 1926 se llegó a incluso a proponersele como Conde de Onuba, título que él rechazó.Muere en 1960, cediendo, años más tarde, su nieto, los enseres a la Virgen de la Cinta. Tanto el bastón de alcalde como la Medalla de Oro de la ciudad, son prendas ahora de la Patrona de Huelva. Pues a pesar de la talla de tan ilustre personaje, este palecete estuvo a punto de ser demolido a su muerte.


El sobrenombre de Casa del Millón le viene dado porque, según las crónicas populares, fue el precio que costó en aquella época la nueva vivienda.


  • Palacio de Mora Claros

Mandado construir en 1912, fue diseñado por Moisés Serrano Mora y reformado en 1919 por el el gran arquitecto José María Perez Carasa (que siempre he comentado fue a Huelva lo que Aníbal González fue a Sevilla), como residencia para Don Antonio Mora y Claros, casado con la Condesa de Mora Claros, Josefa Jiménez Vázquez, y que sería elegido años más tarde, en abril de 1920 Alcalde Huelva.



El Palacio de Mora Claros nació como consecuencia de la aparición de una burguesía acomodada por el desarrollo de la minería.

A este ilustre personaje, hombre poderoso, de extremada influencia en los círculos políticos onubenses se dedica asimismo el monumento que se observa en la fotografía, consitiendo en un artístico basamento sobre el que se erige el busto del Alcalde y conde consorte.



  • Casa Antonio Checa (1904)

Este bellísimo palacete fue construido en 1904 por Francisco Monís conjugando elementos modernistas. Fue clínica 18 de Julio y actualmente es sede de la UGT.

martes, 19 de enero de 2016

LA HUELVA DESTRUIDA.I: LA AMPUTACIÓN DE LA CASA COLÓN

LA AMPUTACIÓN DE LA CASA COLÓN


Me gustaría comenzar recordando y denunciando la que yo creo que fue una de las demoliciones más vergonzantes de las llevadas a cabo en los últimos tiempos, porque aún sin ser consciente de lo que estaba pasando, ni tener el juicio para valorarlo aún, pude ver desaparecer, a mis 21 años, ante mis ojos, el Pabellón Norte del conjunto de la casa Colón, el antiguo Hotel Colón, inaugurado con motivo de los fastos de la celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América, celebrados en Huelva en octubre de 1892, y que llegó a ser, por su manufactura inglesa, uno de los más lujosos establecimientos hoteleros de toda Europa, siendo de los primeros en contar con iluminación eléctrica.


Precisamente 100 años más tarde se demuele dicho Pabellón para construir en su lugar
el actual Palacio de Congresos, un dado de hormigón de nula estética y completamente ajeno al lenguaje arquitectónico del resto de pabellones de la Casa Colón, y que se vino a levantar como la paupérrima compensación que Huelva recibió por su vergonzosa y consentida eliminación del recuerdo de la gran efemérides como fue la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América, disfrazada, eso sí, de Exposición Universal en Sevilla, y que dejó en la capital andauza una lluvia de millones que sirvieron para remodelar por completo la ciudad, en tanto Huelva fue la gran olvidada por las políticas de la Junta de Andalucía y el estado central, ambos del mismo color político

Fue en el año 1991 bajo gobierno municipal del socialista Juan Ceada, cuando Huelva dijo adiós a 100 años de Historia y al recuerdo del glamour que en su día desprendió dicho Pabellón.


Retrocedamos en el tiempo, y veamos cómo se mostraba el Hotel Colón en aquellos años de esplendor:



Vista del del demolido Pabellón Norte (al fondo) desde los jardines.
Entrada al Pabellón Norte. Tampoco se han conservado las estatuas que hacían las veces de farolas.
Grabado de la época con el Pabellón Norte y la Fuente de los Tritones.
Postal coloreada con el mismo tema




Escalinata y fachada frontal del Pabellón Norte


La imagen habla por sí sola: Inauguración del Gran Hotel, No hemos vuelto a tener en Huelva nada parecido.




Comedor de gala del Pabellón





Ya en esta época se sabía divulgar tan magno edificio.



Despertemos del sueño, y volvamos a la realidad del año  1991. En la siguiente fotografía podemos ver las obras de construcción del citado Palacio de Congresos, en el citado año 1991. Se argumentó desde el ayuntamiento que el Pabellón Norte, se encontraba en estado ruinoso y no era posible su rehabilitación. Y nadie protestó. ¿Acaso se barajó la posibilidad de reconstruirlo, cuando ya contaba en ese momento con titularidad municipal?. En absoluto, fue mucho más fácil hacer desaparecer parte importante de la Historia de Huelva y todo un símbolo de su protagonismo en 1892, antes de construir en otro lugar el Palacio de Congresos, que fue a todas luces un regalo envenenado, y salvar para nuestra generación y las venideras, ese fabuloso Pabellón. 




Obras de construcción del actual Palacio de Congresos, en 1991, sobre el espacio del demolido Pabellón Norte.. Se observa asimismo el completo vaciado interior del resto de pabellones y hasta la eliminación de la cubierta.




Inauguro con esta primera demolición, la triste Historia de la Huelva Robada y Destruida.

Aprovechando la amputación sufrida por el conjunto arquitectónico del antiguo Hotel Colón, podemos reseñar y añadir algunas fotos adicionales, para contextualizar aún más la ligereza y la falta de criterio a la hora de eliminar de un plumazo el legado recibido.


Y hablando de contexto histórico, tenemos que señalar que la Huelva del finales de 1800 se había convertido en un pujante enclave económico al albor de la explotación de la cuenca pirítica de las Minas de Riotinto por empresas inglesas, a tenor de la concesión del Estado Español para hacer frente a la bancarrota de las cuentas del Reino. Puerto de salida del mineral explotado por la Riotinto Company Limited, Huelva fue en esos años, lugar de implantación de empresarios ingleses y alemanes. Podemos imaginar el pequeño tamaño que por entonces Huelva tenía y la carencia de edificios que permitieran la celebración de hechos relevantes, así como el alojamiento de personalidades ilustres.


Y es con esa idea, y ante la proximidad de la conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento de América, cuando se decide construir este fastuoso Hotel. No en vano a Huelva acudiría la Reina Regente María Cristina de Habsburgo para tal efemérides, en octubre de 1892. Huelva, aún sin contar con el tamaño ni la importancia en ese momento de sus rivales en la selección de la ciudad que debería acoger tal celebración, se impuso y fue elegida por algo tan sencillo y natural como haber sido Cuna del viaje de Colón, dando a la Historia el valor que merece, sin compromisos ni deudas políticas.


El hotel fue inaugurado en 1883 con el nombre del Almirante Cristóbal Colón. Se levantó a iniciativa del alemán Guillermo Sundheim, llevando la avenida donde se sitúa hoy en día la ya Casa Colón, el nombre de tan ilustre personaje. Fue construido por José Pérez Santamaría, y en su traza se mezclaron diversos estilos arquitectónicos tan singulares que convierten a este edificio en algo casi irrepetible en el contexto andaluz. Además de elementos puramente británicos y coloniales, tan presentes en la Huelva de esa época, aparecen los primeros ejemplos de modernismo en la decoración de sus ventanales.


Como ya he comentado fue considerado uno de los establecimientos hoteleros más lujosos de Europa en el momento de su apertura, pues sus habitaciones contaban ya por aquel entonces con retrete privado, y baños de agua dulce y salada. Los jardines disponían, incluso, de iluminación eléctrica.


Pero su vida como hotel de lujo acabó pronto, y una vez pasaron los fastos del IV Centenario, el edificio cesó su actividad hotelera, y pasó a convertirse en un centro administrativo y residencial de la Riotinto Company.












¿Dónde fue a parar todo su mobiliario y su decoración? lo desconozco, ni dónde ni cuándo se perdió. Hasta nuestros días nada ha llegado a excepción de unas pocas chimeneas. En el centro interpretativo Puerta del Atlántico, podemos contemplar algunos enseres que se han conservado y nos hacen tener una idea del esplendor de aquellos años de la Belle Epoque en Huelva. Desde 1930 y hasta que el edificio pasa a ser de titularidad municipal, en 1986, podemos suponer que la decadencia y el abandono, hicieron mella en él. Hoy en día, al menos conservamos sus fachadas exteriores y parte de sus jardines, aunque la amputación de su Pabellón Norte, lo desfiguró y privó de su completa Historia.



Aspecto actual de la Fachada principal de la Casa Colón

Vista lateral  de la Casa Colón desde la Alameda Sunheim.